«Un retrato fotográfico es también una imagen de alguien que sabe que se le está fotografiando, y cómo esa persona usa esa consciencia es tan importante como qué aspecto tiene o lo que lleva puesto. Está implicado en lo que está pasando y tiene incidencia en el resultado final.»
El fotógrafo norteamericano Richard Avedon (Nueva York, 1923) decidió un día dejar de retratar celebridades como Anna Magnani o Marilyn Monroe y perderse, entre 1979 y 1984, en los bares de carretera y los desiertos del Oeste americano para retratar los rostros maltratados de vagabundos, alcohólicos, los sin techo o amas de casa desdichadas. El resultado de aquella aventura es una dura colección de retratos que lleva el título: In the American West (En el Oeste Americano).
Para Avedon el Oeste ya no era la tierra prometida, la tierra de los pioneros y los conquistadores, sino lo que se refleja en la fisonomía de sus habitantes que tienen que ganarse el sustento, en la mayor parte de los casos, de forma muy dura. En los retratos de In the American West no hay risas, sólo, a veces, una sonrisa contenida. La mayoría de los rostros intentan mostrar poco de sí mismos; no muestran sentimientos, sino escepticismo y hermetismo. Ante su cámara se muestran totalmente introvertidos. Al contrario que los famosos, las gentes del Oeste americano vistas por Avedon no tienen nada de qué despojarse, sólo su condición humana y su dignidad.
Durante casi cinco años, Richard Avedon se paseó por todo el Oeste de Estados Unidos para mostrar una realidad muy diferente a la de las películas de vaqueros. Sobre un fondo blanco absolutamente neutro, imperceptible, expuso los rostros más maltratados por el tiempo, la vida o las desgracias, y captó las miradas angustiadas, desesperadas o, a veces, solamente vacías de los norteamericanos más marginados. De aquel trabajo seleccionó cuidadosamente 125 retratos.
Avedon, que comenzó su labor como fotógrafo en Harper’s Bazaar a finales de los años cuarenta, se había cansado de fotografiar a todos los personajes famosos norteamericanos de los años cincuenta y sesenta -entre ellos, el presidente John F. Kennedy-. El Museo Amon Carter, de Forth Worth, le encargó en 1979 que retratara, a su modo, a la gente del Oeste americano y él aprovechó la ocasión para dar rienda suelta a su sensibilidad.
Con una cámara de gran formato de 8 x 10, montada sobre un trípode, al modo en que se hacía en los años veinte, Avedon se dedicó a reclutar modelos entre los mineros, los carniceros, los camioneros y los sin techo que encontraba. Los colocaba ante una pantalla de tela blanca que colgaba en cualquier calle, a la sombra, y los hacía posar mientras él se situaba a la izquierda de la cámara, sin mirar por ella, a sólo un metro del modelo, charlando con él, tocándolo. ‘Ese intercambio implica manipulaciones, sumisiones’, explica Avedon. ‘Un fotógrafo retratista depende de otra persona para completar su fotografía’.
El trabajo de Avedon, en blanco y negro, molestó mucho en su día a los norteamericanos, especialmente los del Oeste, que aún mantenían de sí mismos la imagen de vaqueros legendarios. ‘Pero él siempre ha dicho que no pretende hacer un documento social, sino mostrar a los personajes que más le han interesado de los que encontró’.
Todos y cada uno de los modelos elegidos por el fotógrafo neoyorquino tienen alguna característica especial, bien sea por la rudeza de su expresión, por las grietas de su rostro o por la amargura en la mirada. Ninguno representa a la América poderosa e invencible, orgullosa de sí misma. En todos los retratados hay un aire de apátridas, de seres abandonados a la intemperie. Carniceros embadurnados de sangre, mineros recién salidos del agujero, amas de casa desdichadas, alcohólicos, vagabundos o internos de hospitales psiquiátricos conforman el universo de la exposición.
‘El hecho de que siempre utilice un fondo blanco para sus fotografías’, dice Yolanda Romero, ‘es la forma en que Avedon quiere recalcar a la persona que retrata, no quiere que quien mira una fotografía suya se pierda en detalles innecesarios, sino que se fije tan sólo en el rostro, en el cuerpo, en la mirada del modelo retratado’. Es a partir de ahí que la serie alcanza la dimensión no de documento social, sino de documento sobre la tristeza humana.
Al término del proyecto, Avedon había recorrido un total de 189 poblaciones en 17 estados, había fotografiado a 752 personas utilizando alrededor de 17.000 placas de película. De ésta colección escogió 125 retratos que conformarían la serie In The American West.
Sofía Moro narra el prólogo del libro In the American West escrito por Richard Avedon en estos tres vídeos:
Parte I
Parte II
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p style=»text-align:center;»>Parte III
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